martes, 13 de noviembre de 2018

De chatarra bélica a objetos arqueológicos



Durante la Guerra el servicio de recuperación de material bélico fue muy importante, tanto para armarse el mismo ejército recuperador como para que el enemigo no tuviera oportunidad de recoger y reutilizar lo abandonado en el campo de batalla. Estas unidades eran expertos en armamento y conocían la variedad de calibres que existían entre los ejércitos tanto en armamento pesado como en ligero.
Pese a su labor, al finalizar la Guerra nuestros campos estaban llenos de balas, metralla, trozos de bombas... y todos los pueblos que tuvieron la guerra a sus puertas contaron con varias personas que se ganaban un jornal acarreando chatarra de la guerra para venderla. Incluso, nos han contado, que el afán fue tal que en ocasiones volaron nidos blindados para sacar el hierro que a modo de ferralla le daba mayor consistencia al hormigón. 

Vainas de máuser tiradas junto con las pilas del detector.             
                                
Actualmente aquel material de guerra debería ser considerado por la legislación patrimonial vigente (Ley 2/1999, de 29 de marzo , de Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura) como objetos arqueológicos y por tanto protegidos. Pero debemos de esperar a que se cumplan 100 años. En la misma situación de desprotección se encuentra el patrimonio inmueble de la Guerra Civil y la Postguerra (trincheras, búnkers, campos de aviación...). Unos vestigios que son la huella perdurable de uno de los acontecimientos más determinantes de la Historia de España. 


Distintos objetos metálicos desechados por la acción del detectorista en el propio
yacimiento.

Sin embargo durante las repetidas prospecciones que venimos realizando en los paisajes donde estuvo instalado el frente, con motivo de la elaboración del Catálogo de vestigios bélicos de la guerra civil y la posguerra, hemos ido documentando evidencias de un grave problema. Al igual que lo hicieron nuestros mayores recogiendo chatarra, en la actualidad personas con detectores de metales barren los campos en busca de lo que ahora son, pese a que la legislación aún no lo señale, objetos arqueológicos. En otras palabras, los primeros recogían el material bélico para conseguir un jornal los de ahora por afán de coleccionismo. Por ello, desde nuestra Asociación, apelamos a la conciencia cívica de esos detectoristas alertándolos de la importancia de no alterar el registro arqueológico y de no atentar contra un patrimonio que es de todos y que será fuente de conocimiento para generaciones futuras. Eso sí, parece ser, si la administración regional no lo remedia, que habrá que esperar 20 años para que sea considerado expolio y penado por la ley.

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