viernes, 1 de mayo de 2020

La Guerra en el Guadalupejo: hormigón armado contra una encina.


Las tropas franquistas entraron en Valdecaballeros el día 13 de agosto de 1938 sobre las dos y media de la tarde. Se trataba de efectivos que pertenecían a las Divisiones 11 y 19 del Ejército franquista del Centro. Al día siguiente, pero más al sur, la División 60 franquista de su Ejército del Sur acababa ocupando Zarza Capilla, tras una dura resistencia ofrecida por las tropas republicanas. Esas dos acciones combinadas formaban parte de los últimos episodios de la ofensiva franquista llamada “Batalla de La Serena” o, según la nombraron los propios mandos franquistas, cierre de la “Bolsa de La Serena o de Mérida”.
El inicio de la “Batalla del Ebro” el 25 de julio de 1938, junto con el contraataque que el Ejército republicano lanzó sobre la zona extremeña el día 22 de agosto, acabó por estabilizar todo el frente extremeño a partir del mes de septiembre de 1938. Los alrededores de Valdecaballeros, y concretamente en las dos orillas de los últimos kilómetros del río Guadalupejo hasta su desembocadura en el Guadiana, fueron transformados por ambos ejércitos, hasta el final de la Guerra, como la nueva primera línea del frente en esta zona. Los vados naturales, las carreteras y los puentes sobre las cuencas de ríos y arroyos son fundamentales para la localización de elementos defensivos, como así hemos constatado durante los trabajos de prospección para la confección del Catálogo de Patrimonio de la Guerra Civil en la provincia de Badajoz[1]. Así pues, por el lado de los franquistas estaba Valdecaballeros, mientras que por el lado republicano quedó Castilblanco.
En lo que fue el sector franquista los elementos más singulares que se conservan formaron parte de una “cabeza de puente”.  Este término militar está definido por el despliegue defensivo en la margen donde se sitúa el enemigo, por tanto, los franquistas ocupaban en ese punto ambas orillas sobre el puente del Guadalupejo. En la fortificación de esta cabeza de puente sobresalen tres construcciones blindadas, llamadas blockhaus o blocaos, establecidas por el Batallón 521 de la Segunda Agrupación (25 Compañía del 7º Batallón de Ingenieros) de la División 19 franquista que controlaba todo el sector. Los trabajos fueron realizados por el Batallón de Trabajadores nº 129 que estaba formado por prisioneros republicanos.  
Blocao de la guerra de África (Fuente: Centro de Historia y Cultura Militar de Melilla)

Ese tipo de construcción blindada, en adelante blocao, tiene su origen en pequeñas construcciones de tierra y madera utilizadas primero en la guerra de Cuba y luego en la zona del protectorado español en Marruecos. En África fueron fortines construidos frecuentemente con elementos prefabricados de distinto tamaño[2]. En su interior había espacio suficiente para albergar una pequeña guarnición teniendo capacidad de defensa en todas las direcciones. Posteriormente los ejércitos combatientes en la Primera Guerra Mundial completaron este modelo defensivo incorporando el blindaje con la utilización de hormigón armado. Esta última experiencia fue la que los ingenieros militares utilizaron en la Guerra Civil Española. 

Como se ha dicho, los elementos defensivos más importantes de la cabeza de puente eran tres blocaos. Dos de ellos situados en la orilla izquierda, en los parajes de Las Erillas y El Lomo, y el otro blocao en la orilla derecha.  Este último está situado más al E y actualmente se encuentra sumergido. Estas construcciones formaban un conjunto blindado que tuvo como objetivo el control de la carretera, la antigua sumergida, que unía Valdecaballeros con Castilblanco.
Blocao de El Lomo

Arriba, trinchera y pozo de tirador. Abajo, acceso al habitáculo interior.
 
En líneas generales se trata de construcciones de hormigón encofrado de planta cuadrangular o rectangular, con las esquinas achaflanadas, que presentan unas medidas en su exterior que oscila entre 6 y 7 m de lado y  1,50 m de alzado. Cuentan con aspilleras, repartidas por los cuatro costados, con unas dimensiones similares, 30x26 cm en la cara exterior y 15x11 cm en la interior, con una profundidad de 50 cm, que es el grosor de los muros.
El blocao ubicado en el paraje de Las Erillas, a 170 m  al Sur del actual puente, está dotado de dos troneras para arma automática en las esquinas de su lado oriental, tienen 90 cm de longitud y 40 cm de amplitud en la cara exterior y presentan derrame escalonado. Las cubiertas están dispuestas a cuatro aguas con escasa pendiente y su espesor es de 60 cm y se encuentra en buen estado de conservación.
El interior de estas construcciones se organiza en torno a un habitáculo que ocupa la parte central, de tal forma que el resto del espacio queda configurado como pasillos de 1 m de ancho aproximadamente. El habitáculo es de planta cuadrangular, de entre 3 y 4 m de lado, cuenta con dos accesos que poseen unas medidas que están en torno a 1,5 m de largo y 60 cm de ancho. Los blocaos tienen dos accesos dispuestos en sus lados N y S, ambos conectan con una trinchera, de planta en L, que llega hasta un pozo de tirador. Las trincheras presentan revestimiento de fábrica de hormigón y su longitud que oscila entre 6,61 y 10, 85 m, tienen en torno a 80 cm de ancho y una profundidad que varía entre 1,16 y 1,49 m.  
 
Blocao en Las Erillas
 
Trinchera y pozo de tirador.
Pasillo interior blocao
 








 
La pared de los pasillos del interior de los blocaos, disponen de una repisa perimetral de 25 cm ancho que servía como apoyo para los tiradores. En la repisa del blocao ubicado en Las Erillas, en la esquina NW y SE, se aprecian inscripciones incisas en el cemento fresco, en una se puede leer “JOSÉ GARCÍA GONZALEZ AÑO 1939 ESPAÑA” y en la otra “ZAPADORES 7 25 COMPAÑÍA”. Inscripciones que se corresponden con la 25 Compañía y al 7ª Batallón ya referidos.

Arriba, inscripción en la esquina NW. Abajo, inscripción en la esquina SW.
Por lo que respecta al sector republicano, donde estaban desplegados efectivos de las divisiones 51 y 41, su emplazamiento estaba alejado de la zona del río donde se ubicaba la cabeza de puente franquista ya aludida, acercándose más a Castilblanco. Los vestigios localizados se sitúan más al norte y cercanos a la orilla izquierda del Guadalupejo. Por esa zona ya son reconocibles los restos de trincheras refugios y pozos de tirador excavados en la tierra. Gracias al testimonio de un propietario de una finca[1], localizamos el elemento más singular de las líneas republicanas. Se trata de una encina que fue reutilizada como puesto de tirador. Actualmente yace arrancada conservando aún el hueco por donde se accedía a su interior y la oquedad trabajada con azuela que la convirtió en aspillera para un fusil.
En las guerras cualquier recurso humano y material entra en su juego, incluso el hormigón armado frente a la dureza de la encina. 

Arriba, detalle de la aspillera. Abajo, la encina adaptada como puesto de tirador.



[1] Agradecemos al vecino de Castilblanco Ismael López López su amable explicación e indicaciones sobre la zona.

[1] La Diputación de Badajoz a través de su línea de subvenciones para las asociaciones sin ánimo de lucro ha financiado dicho Catálogo.
[2] Schnell Quiertant, P. y De Arnáiz Seco, J.M. “Manual descriptivo de obras militares de la Guerra Civil en la Comunidad de Madrid”. En Plan Regional de Fortificaciones de la Guerra Civil (1936-1939) de la Comunidad de Madrid. (pp. 99-131). (p. 115).