A veces sucede que nos
encontramos el objeto más inesperado en el sitio más insospechado. ¿A qué
investigador no le ha ocurrido que se topa con algo insólito que le hace
preguntarse el porqué de ese hallazgo en ese momento y en ese lugar?.
Esto mismo nos ha sucedido durante los cuatro meses que
hemos prospectado La Serena catalogando evidencias de la Guerra Civil: entre
las cosas más inverosímiles halladas se encuentran un destornillador, una lima
e incluso tinteros. Así contado, todo el mundo puede pensar que se trata de
objetos absolutamente normales, y así es, son normales y habituales en un
taller mecánico, en una carpintería, en una antigua oficina o escritorio, pero
resulta sorprendente que en nuestro caso los hayamos localizado en medio del
campo, y os aseguramos que en esos sitios, entre los meses que van de
septiembre a enero, hemos visto a poquísimas personas (no más de diez en todo
ese tiempo), pero sí a ovejas, ciervos, culebras de herradura, liebres y hasta
comadrejas, animales que no habitúan a usar esos objetos.
El objeto que queremos compartir con vosotros lo
localizamos en plena Serena, y aparentemente se correspondía con una pequeña
lámina de cobre, de no más de 7 cm de longitud y 3 de anchura. Al principio, la
escasa familiaridad con este objeto nos impidió reconocer su funcionalidad,
aunque entendimos que el lugar del hallazgo, su contexto, no eran casuales. Nos
encontrábamos en un conjunto de trincheras de primera línea del bando
sublevado. Tras realizar el debido estudio tipológico y formal, teniendo en
cuenta el contexto arqueológico del hallazgo, entendimos que se trataba de un
cargador para fusil, y todo ello se vio reforzado porque en su base aparecen
las siglas SMI, junto con una
estrella de cinco puntas y la cifra 36.
Aplicando la ley del descarte, los fusiles Mauser
y Mosin-Nagant, ampliamente
utilizados en la Guerra Civil, quedaban fuera, ya que sus cargadores son
totalmente distintos desde el punto de vista técnico-formal, al margen de ser
mucho más prácticos y funcionales. Por el contrario, el cargador tenía unas
formas más suaves, más estilizadas, “de diseño”.
Ahora sabemos que se trata de un cargador de fusil Carcano, de fabricación italiana, y las
siglas mencionadas hacen referencia a Societa
Metallurgica Italiana (Campo Tizzoro, Toscana), fabricado en 1936. Un
cargador diferente, casi con estilo. Un ejemplo triste de diseño italiano en La
Serena, que se explica por el contexto del hallazgo. Una prueba material de la
internacionalización del conflicto y de
la importancia que alcanzó la ayuda en hombres y en material bélico de la
Italia fascista al bando rebelde para doblegar a la República Española.
Y si realizamos el camino inverso del cargador, de La
Serena a la Toscana, descubriremos parte del historial bélico de Italia en la
primera mitad del siglo XX. La misma fábrica de la SMI empezó haciendo munición
para la guerra colonial en Libia, más tarde para la Primera Guerra Mundial,
sumándose más tarde a la carrera armamentística de Mussolini y alcanzando un
papel relevante durante la Segunda Guerra Mundial abasteciendo al ejército de
Hitler.
La actividad industrial de la SMI paró en 2006 lo que
demuestra que las guerras siempre han sido un buen negocio para unos pocos.
Actualmente el complejo fabril forma parte de la oferta turística de
Pistoia: http://www.turismo.intoscana.it/site/it/elemento-di-interesse/Campotizzoro-un-paese-fabbrica-sulla-Montagna-Pistoiese/. Esto
último por si alguien se anima desde La Serena a devolver “la visita” de una
manera más pacífica.
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